El Observatorio nació para convertirse en mucho más que un restaurante, un centro de operaciones con cocineros itinerantes, actividades creativas y mucho diseño.
El universo de la familia Mendoza tiene su propia vía láctea valenciana en la calle Jeronimo Muñoz, la primera estrella de la constelación fue El Astrónomo, tras esta llegó El Observatorio y, por último, el Almacén de Patraix.
Lo que era una antigua droguería ahora se ha convertido en un observatorio que mira hacia lo que un día fue, manteniendo en el local elementos del negocio original como los rótulos de la fachada. En el interior se pueden encontrar una estantería de Lebrel, el boceto con el primer diseño del local grabado sobre una columna y, por supuesto, manjares como causa limeña, ceviche, tiraditos o ensaladilla de anguilas.